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Punta del Este, Maldonado, Uruguay
Escritor porque escribo, aunque no publique más que éstas piedrecitas que, como Pulgarcito, voy dejando en el camino. Eso es todo.

sábado, 19 de febrero de 2011

Doña Julia y sus bisnietos



Mundo loco el que nos toca vivir. Historia con invitación a reflexionar.



Esta historia, en lo esencial, me fue referida por mi amiga –llamémosle así-Gabriela, Psicóloga de profesión. He modificado nombres y detalles que no hacen a la historia misma, para preservar la identidad de los protagonistas –a quienes por otra parte no conozco- y la integridad profesional de mi amiga, la que por supuesto nada sabe de mis aviesas intenciones de publicar lo que fue contado en reserva. Es que mi amiga es muy buena gente, seguramente mejor profesional, pero de la vida conoce poco, y una de ellas es que jamás debe contarle una historia a un periodista, y pretender ella quede allí nada mas. Los diálogos son mera aproximación a lo relatado, preservados exclusivamente para dar coherencia al relato, pero no necesariamente reflejan en su totalidad la realidad, y mucho menos los nombres y datos de los protagonistas, los que el relator ha modificado expresamente en aras de la preservación del secreto profesional.
La protagonista es una señora –que llamaremos Julia- de 75 años de edad, viuda reciente de su único esposo, Alfredo, quien falleció hace menos de tres años producto de un infarto repentino. Dejo ahora a Julia sea ella quien os cuente la historia en sus propias palabras, ó las que imagino le relató a Gabriela:

“Tengo una única hija de 52 años, divorciada de un Oficial de Policía y que vive en mi misma ciudad. Alicia, mi hija, a su vez tiene una hija única – y por tanto mi única nieta- llamada también Alicia, quien cuenta ahora con 29 años, es Química de profesión, y desde hace un poco más de dos años reside en Madrid, a donde se fue con su marido, quien trabaja con computadoras y al que el trabajo en nuestro país no le estaba resultando demasiado bien. Para cuando resolvieron irse,- bien que a disgusto nuestro, de su abuelo, mío y de su madre; de mi yerno no lo sé ni me interesa- ella ya hacía cuatro ó cinco años vivía junto a él, había comenzado a trabajar enseguida que se recibió y no proyectaban tener hijos en lo inmediato. A pesar que nos parecía le iba bien, parece que al marido no le convencían sus posibilidades y prefirió irse del país y con él se llevó a mi nieta. No sé si exagero, pero estoy convencida que al pobre Alfredo, Dios le tenga en la Gloria pobrecito, el disgusto de que se le fuera su única nieta y eterna consentida, fue más fuerte que él y se lo llevó.
Desde que se fueron, las noticias de ella sólo me llegaron a través de mi hija, porque se comunicaban con frecuencia pero siempre por esas cosas de Internet que yo no sé ni quiero saber. Dicen que hasta fotos se mandan por esas cosas, fíjese! Conmigo, apenas unas breves llamadas por teléfono cuando falleció el Abuelo, para mi cumpleaños y poca cosa más. Me decían estaban bien, trabajaban mucho y estaban comenzando a pagar un piso y un carro, todo en cuotas naturalmente. Y de tener hijos, por ahora nada, muy al estilo de los jóvenes de ahora, vio?, que eso lo van dejando porque siempre tienen otras cosas.
Por eso me llamó le atención cuando mi hija comentó que iban a tener una hija y al poco tiempo, sin saber nada más que eso, me apareció con la noticia que ya la tenían y se llamaba Luli. Vaya nombre para una niña! pensé, siempre que ese fuera el nombre porque desde el principio fue Lulita. Que Lulita es así, que Lulita es asá, que hizo tal ó cual cosa. Y la verdad a mí, del embarazo no supe nunca nada, así que en algún momento me puse a pensar si no sería adoptada, porque éstos jóvenes de hoy, con tal de no pasar trabajo, igual ni hijos propios tienen. No sé, me sonó tan raro, y mi hija que siempre me prometía fotos y nunca había tiempo, total, que cuando uno está viejo siempre puede esperar. Pero mire, no quiero aburrirle, que al poco tiempo de haberle festejado su primer cumpleaños y yo sin haber visto nunca su carita, aunque bien es cierto en parte por culpa mía, porque me decían que habían montones de fotos en una cosa que no sé bien cómo se llama…feis…algo no sé qué, feisbuc si…bueno, le decía que vino mi hija con la noticia ahora que iban a tener otro. Igual que la primera vez, cuando quise acordar ya lo habían tenido, era varón y le llamaron Fran, supongo que sería por Franco. Y qué quiere que le diga, más me dio por pensar que estaban adoptando pero no eran hijos de mi nieta, porque si no cómo explicarme que nunca me hubieren dado ningún dato de los embarazos, ni de los partos. Todo así, como quien hace un pedido a la Farmacia de la esquina. No sé, una es vieja y tal vez no sepa muchas cosas, pero tampoco es tonta, no?
Cuando para mi cumpleaños me llamó mi nieta y de propia voz me dijo que ya habían comprado con su marido los pasajes para que mi hija y yo fuésemos a visitarles para el segundo cumpleaños de Lulita, al principio me resistí y me negué. Vea, que sacar una vieja como yo, que nunca en su vida se había subido a un avión, para irse tan lejos…no es fácil, sabe? Pero bueno, me terminaron convenciendo, principalmente mi hija que tenía que ir, que si no cuándo les iba a conocer, que ella se encargaría de todo. Para no aburrirle, le ahorro los detalles del viaje y los preparativos.
A la llegada, en la mañana del mismo día del cumpleaños de Lulita, mi nieta y su marido no nos pudieron ir a esperar al Aeropuerto porque estaban muy ocupados con los preparativos de la fiesta, pero igual nos mandaron un Remise que nos llevó directo a un Hotel cercano a donde ellos viven. Según me dijo mi hija prefirieron reservarnos un hotel porque íbamos a estar más cómodas, porque el piso era pequeño y estaban revolucionados con el asunto del cumpleaños. Como acordamos, a la tardecita un taxi nos pasó a buscar, luego de haber descansado toda la tarde, porque claro, yo ya no estoy para éstos trotes y llegué molida. En un ratito, donde apenas ví el tráfico de la ciudad, estuvimos en el edificio donde en un tercer piso vivía mi nieta con el marido y sus hijos.
Lo que más me llamó la atención de lo poco que pude ver al llegar, es que todo el apartamento estaba cubierto de globos rosados y blancos, y por doquier, fotos y más fotos de unos perritos más emperifollados que un bebé, que para mi asombro se llamaban igual que mis bisnietos, a los que suponía iba a ver enseguida.

Alicia hija -mi nieta-, me explicó que no me pusiera nerviosa, que esperaban llegaran todos los invitados, -casi todos mayores y muy pocos niños para mi gusto- para ir a buscarles a ambos.
Ahora, Gabriela, vea cómo si no, si a usted no le pasaría lo mismo que a mi. Luego de esperar un rato y ver fotos de perros y hablar con desconocidos y saber que qué preciosa era Lulita, que qué bien se portaba y lo cariñosa que era con su madre, que ya lo iba a ver, resultó que llegaron. Se agolparon todos a la puerta, y apagaron luces y encendieron velas, y pusieron música, todo para recibir a la cumpleañera que seguía sin conocer. Pero imagínese Gabriela, cuando al fin se despejó el camino y apareció mi nieta con la famosa perrita Luli, “Lulita, abuela, - me dijo-, dime si no es una monada? Te imaginabas iba a tener una hijita tan bonita como ésta? Y así siguió mi nieta -con diez quilos más de los que se había llevado-, con una perra muy mona sí, pero perra al fin, abrazada como si fuera una hija mismo y hablando con ella como recordaba hablarle yo misma a su madre. Es que me costó encerrarme con mi hija en la cocina, y que ésta me dijera que era así mismo como lo estaba viendo, que los hijos que tenían eran Luli y Fran, dos cachorros Caniches de dos y un año respectivamente, y que nietos, lo que se dice nietos, no habían tales, pero que las cosas así eran ahora, que lo importante era que les querían y eran una familia.
Lo demás ya es historia conocida. No me imaginé nunca tener que aguantarme los comentarios de la desajustada de mi nieta, relatándole a sus nuevas amistades, lo feliz que era por haber tenido dos hijos tan maravillosos como Lulita y Fran, que además se llevaban de maravillas, y lo buenos que eran, tan cariñosos que dormían en la misma cama con sus papás. No, si una es vieja pero no tonta! Hacerme viajar para conocer dos perros, y que me los presentaran como los nietos de mi hija, y ver que les tenían –álbumes de fotos, recuerdos, planes de alimentación, dormitorio propio, cómo no y faltaba más- tal y como si fueran auténticos hijos. Pero, habráse visto semejante cosa? Por supuesto, Gabriela, yo he tenido perro, una hermosa perra ovejera que se crió junto a mi hija, pero fue siempre lo que debía ser, una perra, y mi hija era la que había salido de mis entrañas. Me vine tan desconcertada, como sigo estándolo ahora. ¿Le parece, Gabriela, que mientras hay niños sin padres por todos lados, muchos sin tener qué comer, haya gente como mi nieta – y me duele decirlo- con tanta frivolidad para hacer de un par de adorable perritos, sus propios hijos?. Ayúdeme usted a entender ésta gente como mi nieta, su marido y sus amigos, que son capaces de tratar a la gente como perros y a los perros como gente. Explíqueme cómo se entiende esto, porque lo que soy yo, creo que no lo voy a entender nunca”

Hasta aquí la historia de la bisabuela que no fue y de la madre que no es.

4 comentarios:

  1. Sí... ¡Un mundo enloquecido!

    La sociedad parece no marchar en línea recta a veces, sino en zig-zag; es comprensible el desconcierto de la anciana.

    ¡Una gran y profunda historia, Jorge!

    Saludos.

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  2. ¡Hermosa historia Jorge! Para pensar... a veces privilegiamos lo material, a lo natural!

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  3. A Susi y A.D.N., ambas sensibles y generosas lectoras, gracias! Aunque parezca broma, sacándole las necesarias florituras que el escriba creyó necesario agregarle a modo de condimento, en lo esencial la historia es real, patéticamente real, diría yo. Así vamos...

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  4. Mira que viene al caso, estoy ayudando a una amiga, ella es separada y el otro dia que tenia que ir a la abogado me acompañó a ver si la podia ayudar tambien a ella. Su problema es que el el divorcio tienen la custodia compartida de...efectivamente, dos perros y un gato y hay problemas, mundo loco, pero loco.
    Un abrazo. Juan

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