Son las 17 horas del 5 de Marzo y
a las puertas del Cielo, enormes y etéreas, como flotando en el aire carente de
sustancia, ha llegado el Comandante. Allí no hay nadie que le reciba ni cartel
que diga qué hacer, únicamente un enorme aldabón con forma de aro, al cual el
recién llegado debe aferrarse para llamar a quien quiera que sea que esté del
otro lado de la puerta. Es que el Comandante ha tenido un largo viaje, muy
accidentado; cuando estaba para partir siempre aparecía alguna cosa que
intentaba retenerlo. Para peor, hacía mucho tiempo que él sabía le habían
sacado el boleto para el viaje, pero lo fue demorando todo lo que pudo, aunque
haya sido a costa de dolores sin cuento.
Ahora al fin ha llegado y está
llamando a la puerta, ansioso por saber qué o quienes estarán esperándole,
suponiendo como supone la noticia de su viaje se ha de haber desparramado por
todo el cielo y habrá millones de almas esperando para verle. Toca una vez y el
sonido, cantarín y juguetón, sale brincando entre nubes hasta perderse en los
confines del reino. Aguarda un momento sin que haya tenido respuesta y cuando,
impaciente, va a golpear una segunda vez, la enorme puerta comienza a girar
lenta y pesadamente, dejando ver una especie de camino empedrado de nubes, al
final de cuyo recorrido hay tres puertas, una junto a la otra, una más grande
al centro y las dos restantes, a derecha e izquierda, del mismo tamaño, tan
lejanas que no alcanza a ver qué dicen los carteles que cuelgan de ellas. A su
frente, un gigante barbado, vestido únicamente por una túnica blanca que se
confunde con las nubes, le examina de arriba abajo y le ordena pasar.
-Yo soy el Comandante…comienza a esbozar el recién llegado,
mientras atraviesa el enorme portalón, pasando junto al gigante que le deja a
él, tan luego, pequeñito a su lado.
-Sabemos quién es usted…lo sabemos todo…le dice el gigante…hace tiempo le esperábamos pero al parecer le han estado demorando.
Usted…es San Pedro? , alcanza a preguntar el Comandante,
aprovechando el silencio del gigante barbado.
Jajaja!...se carcajea él,
pero nooo, ¿cómo se le ocurre? Él no atiende a nadie personalmente, yo soy el
encargado de conducirle a donde esté dispuesto en cada caso. Vea, Hugo, déjeme
decirle algunas cosas antes de seguir el camino…le voy a llamar por su nombre
porque acá no hay grados ni jerarquías entre quienes llegan, entiende? Lo de
Comandante se queda allá abajo…, ahora me va a acompañar a la puerta del medio.
Es la del Purgatorio, y a cada lado, esas puertas más chicas, ¿las ve?, bueno,
la de la derecha es la que lleva al Paraíso y la de la izquierda es la del
Infierno – qué paradoja, no? ustedes allá abajo utilizan eso de derecha e
izquierda también- , el Infierno le decía…Dios me libre y guarde…espero no le
toque ir allí, dicen cosas muy feas de ése lugar.
A ésta altura del monólogo
recitado por el anfitrión, el alma del ex comandante anda ya bastante nerviosa,
desacostumbrada a recibir órdenes, hacerle esperar, cosas ésas para las que no
lo prepararon.
Cuando llegan ante la puerta del
medio, en cuyo centro cuelga un cartel indicando, en todas las lenguas
posibles, que allí es el Purgatorio, a donde vaya uno a saber por qué ha sido
asignado cuando él estaba seguro le correspondía la del Paraíso, sin más
trámite, que, suponía sin mucho asidero, debería estar a la izquierda y no a la
derecha como acaban de informarle.
-Pase Hugo…le dice el gigante en el momento que le franquea la
puerta. Tras ella se abren una serie de compartimientos, todos siguiendo una
ondulante línea hasta perderse en el horizonte celeste. –Como ya estábamos avisados que estaría llegando hicimos los
preparativos para asignarle su lugar…es el primero a la izquierda…pase
usted…tendrá por compañía a un viejo amigo suyo lo que le va a hacer más
llevadera la espera, que de aquí uno sabe cuándo entra pero nunca cuándo se
sale…vaya a saber…los tiempos del cielo no son los de allá abajo, aunque por lo
que sé ustedes también tienen algunos de ésos que los encierran y nunca saben
cuándo van a salir no? le dice el barbado guiñándole un ojo e indicándole
al huésped que espera, los que momentáneamente les pone – al barbado y al
huésped- en igualdad de condiciones en lo que a ojos se refiere.
El que espera y sale a recibirle,
con una media sonrisa entre alegre y amarga no es otro que su querido, su
dilecto y entrañable hermano camarada compañero Néstor…allí está con la mirada
extraviada envolviéndolo en un prolongado abrazo.
-Hugo!!!
-Néstor!!!
El abrazo se prolonga, ambos
ocultan el llanto que les recorre el alma despojada de cuerpo, apenas una
ilusión que les da forma e identidad a sus propios ojos.
-Hugo, hermano, qué pena hayas tenido que venirte, con todo lo que nos
quedó por hacer allá abajo, pero por otro lado me alegro tanto! Si tendremos
para conversar…con el tiempo que llevo aquí sin poder hablar con nadie…esperando
nada más…
-Néstor, qué sorpresa! Con Cristina te hacíamos en el Paraíso desde el
primer minuto…pero qué injusticia, chico…cómo te van a tener aquí…esto tiene
que ser un error…ya mismo voy a exigirle al barbudo éste que nos lleve con San
Pedro…estoy seguro que cuando nos vea y sepa quiénes somos nosotros de
inmediato nos hace llevar al Paraíso, en limusina y con habitaciones
presidenciales, faltaba más…
-Mirá ché Hugo, lamento desilusionarte, pero las cosas son más
complicadas por aquí…yo ya he tenido que ir a audiencia como una docena de
veces…apenas me dejan hablar, no me permiten nombrar abogados – dice que acá
nada tienen que hacer- y lo peor es el Fiscal…nos quiere para él y está
haciendo todo lo posible para mandarnos al Infierno…
-Pero Néstor, que eso no puede ser, chico! A ver quién ese tal Fiscal,
que tú y yo sabemos de métodos infalibles para solucionar éstas cosas, no? Me
extraña de ti que lo hiciste tan bien allá abajo y ahora te dejas manosear por
un fiscalito de tres al cuarto…
-Es el Demonio…Hugo…
-Será todo lo demonio que quiera…pero no hay uno de ésos que no tenga
precio…y si no funciona, nosotros conocemos otros métodos más expeditivos, no?
le apura Hugo.
-No Hugo, no, no has entendido…te digo que el Fiscal es Lucifer…Luzbel…Mefistófeles…
Satanás pues…¡el Diablo mismo!, el propio que nos quiere asar…
-Pero...pero, y por qué? balbucea Hugo, presa del
desconcierto…pensando a toda máquina…por aquí debe haber andado Míster Danger
metiendo la cola…ya se sabe, con los billetes del Imperio son capaces de
comprar al mismísimo Diablo…
-No sé Hugo, no lo sé querido amigo, yo hace tiempo que no pienso en
otra cosa…si yo estaba seguro que iba directo…pero bueno, parece que acá las
cosas son distintas…me han dicho tantas cosas…como que de lo que hayamos dado
allá abajo nos tocará el doble aquí y lo que hayamos negado, lo mismo…el
doble…y viste? acá, entre nosotros, algún pecadillo cometimos no?...a algunos
mandamos dársela, aunque bien merecido lo tendrían por fachos y reaccionarios,
digo yo! Ahora que eso no cuenta…no hay justicia hermano!
-Ah no! exclamó Hugo…eso sí que no…yo por lo menos tengo que estar a la
derecha del Libertador, ni hablar de menos…ya mismo vamos a exigirle al barbado
nos lleve con San Pedro así aclaramos éste malentendido…otra cosa no puede ser…
Inútil la rebatiña del ex
comandante, porque del gigante no quedan ni rastros. En ese despojado cubículo,
donde el tiempo parece haberse congelado, no queda nadie más que él y su amigo
Néstor, al que un aire de tristeza y resignación parecen haberle teñido la
expresión; nada más lejos de aquél formidable autoritario que supo ser allá
abajo…¡joderse con la muerte! Mira tú en
qué nos convierte…y todavía a esperar como si fuéramos cualquier piojo…
-Sí, Huguito querido, lamento decirte que es así…no tenemos derecho a
nada…mira, cuando llegué acá quise ver alguna gente amiga que yo suponía
deberían estar ya en el Paraíso o camino de él…pedí ver al Che, bueno, pregunté
por Ernesto claro está…por el General, Juan Domingo claro!...tampoco…me
ignoraron…a lo sumo el propio Diablo me guiñaba un ojo – que no sé si no se
estaba burlando de mí, por lo del ojo, viste?- y me decía que no podía
asegurarlo porque en sus dominios cada vez tenía más gente…de los más
encumbrados…pero que le sonaban esos nombres…así que tú ves por dónde va la
cosa…Pero bueno, mientras esperamos contame…¿qué es del hermano Fidel? ¿Cuándo
viene?
-Pahh…mirá Néstor…no sé…después de lo mío no sé si se va a querer
encontrar conmigo…ése parece haber hecho algún arreglo directo con el Fiscal
porque cualquiera diría que piensa quedarse allá abajo por los siglos de los
siglos…para mejor se aprovechó de mi estado y me impuso al platanote a cargo de
mi reino…ya ves tú a dónde iremos a parar…tú por lo menos dejaste a
Cristina…¡qué mujer hermano! No hay con qué darle…los tiene locos a
todos…bueno…los tenía porque ahora, cuando venía para acá me enteré de una muy
mala noticia…ya sabrás tú…
-Qué?...lo del traidor Garzón que anda queriendo ocupar mi lugar ya
sabes dónde? preguntó – rencoroso- Néstor.
-No, no, peor Néstor, mucho peor…el que manda acá nombró nuevo
representante allá abajo…y a qué no sabés qué? puso un argentino!!!
-¡¡¡Argentina nomá pa todo el mundo!!! saltó de gozo Néstor,
echando mano a la albiceleste que creía llevar puesta todavía…¡Ar-gen-ti-na!…¡Ar-gen-ti-na! que no ni
no…somos los más grandes…Gardel, Maradona, Perón y el Che…y ahora un Papa?
-Sí Néstor, Papa argentino sí, pero a qué no sabes quién?, preguntó
– misterioso- Hugo
-A ver…dejame pensar..nooo? Nooo!!! Bergoglio!!!
-El mismo, Néstor, el mismo…que cuando me enteré me quería morir, pero
claro, llegó tarde porque ya me había muerto…fijate que la bestia de Nicolás
llegó a decir que yo había intercedido para que lo nombraran…se precisa ser
subnormal para mandarse semejante estupidez…ja! El predilecto de Fidel…
-Pero ché Hugo, no puede ser! Y el resto de los hermanos revolucionarios
no hace nada?
-Qué van a hacer…manga de inútiles se la pasan lagrimeando…del Evo mejor
ni te cuento porque es para llorar…ya ves…los únicos que siempre caen parados
son nuestros hermanos los hermanos de la isla…con amigos como ésos quién
precisa de enemigos y yo, fíjate por dónde, que me creía muy vivo, me vine a
entregar en sus brazos, enterito y desnudo…te juro que cuando me abrazó el
diablo viejo me acordé de la historia del Judas y el beso a Jesús…bueno…ahí
estuvo bueno, me encerraron y de ahí para acá fue un viajecito sin retorno…-
monologaba Hugo- pero decime Néstor, y
ahora qué hacemos? Tenemos que hablar con Él sin intermediarios, estoy seguro
que voy a convencerlo que nos mande a la mejor suite…
-Pues hermano Hugo…no sé…no quiero desanimarte pero verlo a Él es
imposible y hablar todavía más…para mejor te tengo otra muy mala noticia…
-Qué Néstor, qué más?
-Del Diablo, parece que dos por tres hace arreglos con Él, directos…no
sé, pero se dice por aquí que cuando Él se quiere quedar con alguna almas, le
entrega dos o tres de peces gordos como nosotros al Diablo y a cambio Lucifer
le permite llevarse unas cuantas para su bendito Paraíso…yo la veo fea hermano…!qué
querés que te diga¡…si por lo menos pudiéramos llamar a un referéndum ya nos
arreglaríamos no? Pero acá no corre…así que a esperar…
-Néstor, hermano del alma…¿tú estás sintiendo olor a quemado como yo?...
Cuando ambos amigos discurrían de
tal suerte, el Diablo metió su cola y nos cortó la señal, así que lo que haya
seguido sucediendo con ambos no lo sabremos ya, a menos que podamos
comunicarnos otra vez, cosa difícil de suponer habida cuenta los estragos que
andan sucediendo por sus, ahora, pasados dominios terrestres.
(Continuará…)